En un mundo cada vez más digitalizado, buscar respuestas en internet se ha vuelto una costumbre cotidiana. Desde recetas de cocina hasta consejos de viaje, todo está al alcance de un clic. Pero cuando se trata de salud, esta práctica puede convertirse en un arma de doble filo. Basta con teclear un dolor o molestia en el buscador para que aparezcan cientos de resultados, muchos de ellos alarmantes. Lo que comienza como una simple búsqueda puede terminar generando angustia, miedo e incluso síntomas nuevos. Este fenómeno tiene nombre: Cibercondría.
La cibercondría es una forma moderna de la hipocondría, el trastorno que se manifiesta como una preocupación obsesiva por estar enfermo. En este caso, el detonante es internet. De acuerdo con especialistas en salud mental, las personas cibercondríacas suelen buscar de forma compulsiva explicaciones a sus síntomas, y suelen encontrar —o malinterpretar— información que sugiere enfermedades graves, como tumores cerebrales, esclerosis múltiple o ataques cardíacos.
Lo que distingue a la cibercondría es su facilidad para generar un ciclo de ansiedad difícil de romper. El proceso suele ser así: La persona siente un malestar menor, como un dolor de cabeza o una sensación de cansancio. Al buscar en Google, encuentra resultados que, en lugar de tranquilizarla, la alarman. Esto incrementa su estrés, lo cual puede generar nuevos síntomas físicos (como palpitaciones, tensión muscular o insomnio). Alarmada, vuelve a buscar en internet, y el ciclo se repite.
“Cuando uno se autodiagnostica en internet, no está viendo el contexto clínico ni recibiendo una evaluación profesional. La mente, en estado de alerta, tiende a exagerar, distorsionar o incluso inventar síntomas”, señala un psicólogo clínico. “Además, muchas páginas no tienen fuentes confiables o muestran los peores escenarios posibles”.
Este estado constante de preocupación no solo afecta la mente. El cuerpo también paga un precio. Las personas que viven con cibercondría pueden experimentar hipertensión, dolores musculares crónicos, fatiga y problemas para dormir. En algunos casos, el sistema inmunológico se debilita, aumentando la vulnerabilidad a enfermedades reales.
Una encuesta reciente realizada en varios países muestra que más del 60 % de los usuarios ha buscado síntomas de salud en línea al menos una vez en el último año. De estos, una cuarta parte reconoció haber sentido más miedo o ansiedad después de leer los resultados. A pesar de ello, muchos siguen confiando más en Google que en un médico.
Existen algunas señales de advertencia: Buscar síntomas constantemente en internet, sentirse peor después de leer un diagnóstico online, desconfiar de los médicos incluso cuando los resultados son normales, y tener la sensación de que algo grave está ocurriendo en el cuerpo todo el tiempo.
Si te sientes identificado, lo mejor es buscar ayuda profesional. Psicólogos y psiquiatras pueden ayudar a identificar esta conducta, comprender su origen y modificarla. Las terapias cognitivo-conductuales han demostrado ser eficaces para tratar este tipo de trastornos.
En tiempos donde todo parece resolverse con un clic, la confianza en los especialistas debe seguir siendo el pilar de nuestra salud. Internet puede ser una herramienta útil, pero nunca debe reemplazar la opinión médica. La información malinterpretada no solo no cura, sino que puede enfermarnos más.
Como consejo final, los expertos recomiendan establecer límites para el uso de internet en temas de salud, consultar solo fuentes médicas confiables y, ante cualquier duda, acudir con un profesional. Porque a veces, lo que parece una búsqueda inofensiva… puede terminar siendo un diagnóstico equivocado que nos roba la paz.