Por Joaquín Cruz Lamas
Es fácil ser un héroe en público, lo verdaderamente difícil es ser heroico cuando nadie nos ve. Platón y Tolkien lo sabían muy bien, ambos ilustraron esta realidad mediante el uso de anillos. Platón habla del anillo de Giges en su libro, La República, y se cuestiona si los hombres serían capaces de vivir la virtud en posesión de éste. El efecto que tiene es el mismo que el de aquel que aparece en la famosa obra de Tolkien, El Señor de los Anillos. Se trata de anillos con el poder de hacer invisible a su portador. La pregunta que ambos relatos arrojan es muy pertinente: ¿Se puede ser virtuoso cuando se es invisible? Platón dice que es fácil caer en el vicio cuando nadie nos observa, cuando sabemos que nuestras malas acciones no serán castigadas porque nadie puede adjudicárnoslas. De acuerdo a este razonamiento, la ausencia de otras personas que nos juzguen nos hace propensos a cometer malas acciones. Sin embargo, yo me hago la pregunta desde la perspectiva del heroísmo, no desde la perspectiva del vicio: ¿Se puede ser heroico si nadie nos observa?
En un mundo en que nuestras vidas privadas se hacen cada vez más de dominio público por las redes sociales, yo no me pregunto si la gente invisible será viciosa; yo me pregunto si la gente será heroica en el anonimato. La frontera entre el altruismo y la vanidad es, por desgracia, muy delgada y difusa. La mirada del público no sólo reprueba nuestras acciones, sino que también las puede aplaudir. ¿Y si nadie aplaudiera? ¿Haríamos las mismas cosas que hacemos frente a los demás? Saberlo es muy difícil, puesto que, en este caso, al igual que en física cuántica, la presencia del observador modifica el resultado. Habría que tener la capacidad de observar a la gente en su esfera más íntima, pero en nuestra sociedad acostumbrada a las libertades individuales, nadie quiere eso – con justa razón. La única forma de saberlo es que cada cual sea juez de sí mismo; hay cosas de las que sólo uno mismo puede ser consciente. Para mí, el verdadero heroísmo comienza ahí, en los rincones que nadie ve, en lo pequeño. Si de verdad queremos hacer el bien en el mundo y cambiar las realidades que creemos injustas, no podemos hacerlo por la gloria del aplauso. Actuar así nos va a llevar a hacer lo que nos dé reconocimiento, no lo que creamos correcto. Si queremos ser héroes, hay que tener la valentía de serlo aún cuando nadie se entere. Habría que serlo especialmente cuando nadie se entere.
“Si queremos ser héroes, hay que tener la valentía de serlo aún cuando nadie se entere. Habría que serlo especialmente cuando nadie se entere.”
Joaquín Cruz Lamas