Por Joaquín Cruz Lamas
Ahora que estamos en tiempos del COVID-19 y mucha gente puede trabajar en casa, quizá nos hemos topado con la tentación de descuidar la manera en que vestimos. Es muy sencillo: si estamos en casa, normalmente no pensamos demasiado en nuestro aspecto porque lo consideramos algo superficial o incluso banal. “¿Para qué?” Podríamos pensar… “Si, de todas maneras, nadie me va a ver.”
Bueno, déjeme decirle que, con todo respeto, si usted es uno de los que piensan así, entonces yo estoy en completo desacuerdo con usted. No es verdad que nadie lo verá; su familia sí lo va a ver. Eso, en primer lugar. En segundo lugar, y todavía más importante, incluso si usted vive solo, sí hay alguien que lo va a ver: ¡usted mismo!
No nos engañemos: la inmensa mayoría de las personas piensan que la manera en que vestimos solamente va dirigida para las personas que nos van a ver. Nada más alejado de la realidad; en primer lugar, nos vestimos para nosotros mismos. Es verdad, el vestido es una manera en que expresamos nuestra individualidad al mundo, pero también es una forma en la que materializamos, para nosotros mismos, un pedazo de nuestra identidad. No le digo que se vista bien para que lo vea la vecina, le digo que se vista bien porque usted se lo merece.
A ver, entiendo también que en tiempos de cuarentena usted querrá vestir algo cómodo. Bienvenido sea, la comodidad no está peleada con la elegancia. Piénselo de esta manera: a todos nos gusta vivir en una casa que esté limpia y que sea bella, incluso si nadie más que nosotros mismos la verá, pero ello no significa que dicha casa no pueda cómoda. Del mismo modo funciona el vestido: lo cómodo y lo elegante pueden ir muy bien de la mano. Esto se puede reducir a consejos muy sencillos: no estar todo el día en pijama, no usar solamente ropa deportiva, tener un poco de variedad cada día y, finalmente, si tendrá videoconferencias, tenga en cuenta que ahí sí lo verán sus colegas de trabajo.
“Es verdad, el vestido es una manera en que expresamos nuestra individualidad al mundo, pero también es una forma en la que materializamos, para nosotros mismos, un pedazo de nuestra identidad.”
Joaquín Cruz Lamas