N21 | Octubre | 2021
Por Blackstone Editorial
Neurocirugía: una oportunidad de mejorar la calidad de vida
Cuando escuchamos que una persona debe acudir con un neurocirujano para recibir un diagnóstico, normalmente pensamos lo peor; sin embargo, en la actualidad, un diagnóstico en neurocirugía no es una sentencia, sino una oportunidad para mejorar la calidad de vida. En esta área de la medicina, ya contamos con los conocimientos, habilidades y tecnología para limitar considerablemente el daño o las consecuencias de las enfermedades del sistema nervioso central, es decir, cerebro y médula espinal.
Por supuesto, debemos reconocer que en neurocirugía solo tenemos dos tipos de pacientes: pacientes graves y pacientes muy graves, pero aun en los casos más difíciles podemos llegar a resultados extraordinarios que permiten que las personas mejoren y prolonguen su esperanza de vida. La ciencia, la tecnología y la academia han avanzado muchísimo, de ahí que estemos en condiciones de enfrentar desafíos que hasta hace unos pocos años habrían sido inimaginables. Claro está, para que los tratamientos y las soluciones sean eficaces, es necesario que la gente ponga en práctica la prevención, porque entre más pronto detectemos una enfermedad, sabremos intervenir con más rapidez para alcanzar esos resultados extraordinarios que queremos.
Todos los órganos del cuerpo humano son maravillosos y, en ese sentido, todas las especialidades de la medicina requieren unas de otras para mejorar la calidad de vida de las personas, pero para mí el cerebro es lo máximo: es el gran señor, el gran poder, la parte fundamental que nos vuelve humanos y nos hace existir. El cerebro y todo el sistema nervioso central son lo más hermoso, lo más complejo y lo más didáctico de nuestro cuerpo, además aún no los conocemos en su totalidad, falta mucho por estudiar, comprender y descubrir.
¿Cuándo debo acudir a revisión con un neurocirujano?
Son muy diversos los síntomas en los que se manifiesta una enfermedad o una patología relacionada con el sistema nervioso central, de ahí que resulte complicado identificar una única sensación o malestar en concreto que nos indiquen que vayamos a una revisión médica con el neurocirujano, pero sí me gustaría compartir algunos indicios.
Para empezar, no es normal que te duela la cabeza. Lamentablemente, todo mundo piensa que el dolor de cabeza es algo muy habitual en nuestra vida, pero no es algo a lo que debas acostumbrarte, mucho menos si es constante y ya es un padecimiento que sufres desde hace algunos años. Tampoco es normal que tengas visión borrosa, mareos, movimientos no voluntarios en manos o piernas. No es normal que durante una conversación tengas problemas para recuperar el hilo de la plática o que tengas problemas para escribir de manera adecuada. No deberías esperar a que pierdas sensibilidad o disminuya tu fuerza en la mano, en la pierna, en el brazo o que tengas problemas de equilibrio que provoquen que caigas al piso con frecuencia. No es normal que la gente piense que eres un poco torpe, porque, por ejemplo, sirves un vaso con agua y habitualmente terminas por derramar el vaso o no atinas a verter el líquido en el recipiente.
Por supuesto, a estos indicios habría que agregar algunos que tradicionalmente reconocemos: lenguaje incongruente o entrecortado; el hecho de que se te olviden las palabras de manera recurrente, etc. Así como sucede con una gripa, que identificamos ciertos malestares que nos indican que hay que tomar alguna acción, creo que, en términos generales, deberíamos poner atención en los síntomas mencionados y acudir a revisión con un neurocirujano para que nos ayude a llegar a un diagnóstico preciso y certero.
Un médico debe ser un líder
El liderazgo es una parte fundamental en el ejercicio de la medicina, porque es un perfil que nos exige tener seguridad y confianza en nosotros mismos, saber tomar las oportunidades que le brindaremos a los pacientes y enfrentar junto con valentía a su lado las enfermedades.
Afortunadamente, la vida me ha dado grandes oportunidades para crecer, demostrar y consolidar mi liderazgo y, claro, seguir aprendiendo día a día. Ha habido momentos muy fuertes que me han enseñado a tomar decisiones, porque de ellas depende la vida de alguien o el que no haya secuelas; al estar en consulta o en el quirófano, la decisión es mía, más allá de todo lo aprendido, en libros, artículos, en rotación, con mis mejores maestros, en congresos nacionales o internacionales, finalmente la última decisión está en mí y en mi mano y si hago algún movimiento inadecuado o tomo la decisión incorrecta, será el parteaguas de lo que sucederá con el paciente. Por eso, el médico necesita que el liderazgo sea una de sus aptitudes, de su crecimiento, para tomar la mejor decisión día a día, momento a momento, y llegar a los mejores resultados. Son instantes importantes, críticos, que si el médico carece de ese liderazgo, de esa virtud, difícilmente tendrá la fuerza, la valentía y la determinación para llegar a la decisión correcta.
La neurocirugía: un camino al bienestar
En prácticamente todas las áreas de la neurocirugía tenemos avances notables e importantes que nos permiten ofrecer mejores tratamientos y soluciones: desde la neurocirugía general y sus muchas variantes; neurocirugía en asuntos de traumatología; intervenciones de mínima invasión en columna que ofrecen recuperaciones inmediatas, con menores secuelas y efectos secundarios, algo que hace algunos años habría sido inimaginable; cirugías de nervio periférico con recuperación de unas cuantas horas, con movilidad y sensibilidad en extremidades que hayan resultado lesionadas a causa de algún accidente o por alguna enfermedad; en afecciones vasculares, hay muchísimos avances en el tratamiento del aneurisma, porque anteriormente solo existía la resolución de cirugía abierta, pero en la actualidad podemos hacer una cirugía endovascular, entrar, quitar el aneurisma como tal, o bien, algún tipo de malformación arteriovenosa para darle una mayor calidad, prosperidad y tiempo de vida a las personas; en cirugía funcional, ya estamos tratando a niveles más profundos las enfermedades como el Parkinson e incluso los padecimientos de naturalezas psiquiátrica.
En fin, como decía hace un momento, un diagnóstico en neurocirugía lejos de ser una sentencia inexorable, siempre abrirá las puertas a que el paciente tenga un mayor bienestar. En ese sentido, ayudar a preservar la vida, protegerla, hacer el cambio en una persona, en sus familiares se ha convertido en una parte fundamental de mi proyecto de vida, de mi esencia como persona. Conforme avanzo en mi formación, en mi ejercicio profesional, aprendo de cada paciente, de cada enfermedad o desafío que tengo que enfrentar, pues en cada momento existe la posibilidad de sacar lo mejor de ti, de entregarte con pasión a defender la vida. Para mí, la neurocirugía es eso: una forma de trascender.