Por Joaquín Cruz Lamas
De preferencia, sí. Hoy en día, muchas personas prefieren simplemente usar su smartphone para enterarse de la hora. Parece superfluo e innecesario usar un reloj de pulsera cuando uno puede simplemente revisar la hora en la pantalla del celular. Sin embargo, muchas personas seguimos usando relojes de pulsera. ¿Por qué? No se trata de una cuestión estrictamente práctica, ni tampoco es un asunto de no saber usar las nuevas tecnologías; la mayoría de las personas que tienen un reloj de pulsera también tienen un celular. No obstante, prefieren seguir usando el reloj de pulsera.
La primera razón de esto es que se trata de una pasión. Usar un celular hoy en día es sencillo. Al menos, lo es para ver la hora. Pero usar un reloj de pulsera es todo un arte. No sólo se trata de ser capaz de leerlos – que de suyo ya es un saber que se está perdiendo –, sino también de poder combinarlos y apreciarlos. Normalmente, los damos por sentado, pero se trata de máquinas que han estado con nosotros durante cientos de años. En ese tiempo, su diseño ha cambiado muy poco, precisamente porque son extraordinariamente eficientes. Son pequeñas máquinas del tiempo – en un sentido literal y figurado. Son atemporales. Su permanencia en nuestros días significa que llegaron para quedarse. Quien porta uno de ésos, no sólo lleva consigo un pedazo de metal atado a una correa, sino que lleva consigo un pedacito de la historia de uno de los más grandes logros de la humanidad. Es un accesorio que está especialmente cargado de significado y que casi siempre añade a nuestra presentación; es muy raro que nos reste. Yo lo recomiendo precisamente por eso, porque no sólo es un detalle; es un objeto que ha fascinado durante varias generaciones a quienes saben apreciarlo.
“Parece superfluo e innecesario usar un reloj de pulsera cuando uno puede simplemente revisar la hora en la pantalla del celular. Sin embargo, muchas personas seguimos usando relojes de pulsera.”
Joaquín Cruz Lamas