Por Blackstone Editorial
Contrario a lo que pudieras pensar, una ruptura amorosa supone un duro golpe al ánimo y a la vitalidad de las personas. Además, puede afectar con la misma intensidad tanto a una persona joven como a un adulto. De hecho, un adulto corre el riesgo de experimentar mayores problemas para trascender la ruptura, pues suele formularse ciertos cuestionamientos que quizá alguien más joven no haría.
El psicólogo Guy Winch, por ejemplo, relata el caso de un paciente de 56 años que, al cabo de una relación que duró un año, se sentía confundido e incluso avergonzado y constantemente se preguntaba: “¿Qué me está pasando?” para luego reprocharse “¿Qué adulto se pasa casi un año tratando de superar una relación de un año?”, a pesar de que es una situación por la cual atraviesan muchas personas mayores.
El dolor que produce una ruptura amorosa llega a ser tan dramático, que afecta el funcionamiento intelectual de las personas, especialmente las tareas complejas de lógica y de razonamiento. En suma, el propio Winch afirma que algunos estudios han revelado que la pérdida del amor romántico activa en el cerebro los mismos mecanismos que los de un adicto al que se le retira sustancias como la cocaína o los opiáceos.
Por ello, una ruptura amorosa es más que una etapa que pasará con el tiempo; sin embargo, existen algunos mecanismos que puedes poner en práctica y que te ayudarán a trascender las emociones que siguen a una ruptura.
1. Evita buscar las causas de la ruptura
Para muchas personas, sobre todo quienes suelen ser analíticas y racionales, es fundamental conocer las causas que provocaron la ruptura amorosa, pues este conocimiento les daría elementos para salir más pronto del atolladero; sin embargo, esto no siempre es así, en especial cuando las parejas se marchan sin previo aviso, sin ofrecer explicaciones o, en el peor de los escenarios, simplemente desaparecen.
Una vez más, Winch señala que el dolor de la ruptura amorosa es tan profundo que la mente nos juega una trampa, bajo la cual interpreta que las causas de esa ruptura deben ser igualmente dramáticas. El asunto es que este comportamiento se enraíza tanto en nuestro espíritu, que en la búsqueda de causas y respuestas caemos en una dinámica de imaginar misterios y conspiraciones donde simplemente no existen, o bien, en donde solo estuvo presente el deseo de haber terminado esa relación.
Por lo tanto, no caigas en la trampa y no busques causas o respuestas a esa relación que ya terminó. Mejor, enfoca tu energía en otras actividades que te distraigan de la tentación de pensar en tu ex.
2. Una lista para vencer los recuerdos bonitos
Una vez que asumiste que no vale la pena buscar causas o respuestas. Entonces, sigue el difícil proceso que significa aceptar que la relación terminó, bajo la premisa de que si esa persona no encajaba en tu vida, pues sencillamente no pertenece a ella. Para lograrlo, tendrás que bajar a tu ex del pedestal en que la tenías o lo tenías.
En el proceso de recordar los momentos vividos, solemos caer en la tentación de traer a la memoria solo los instantes felices, aquellos que mejor nos hicieron sentir, pero con toda certeza hubo experiencias desagradables que bien vale la pena tener en mente para ver a esa otra persona en toda su dimensión, en especial esos aspectos que no eran gratos.
Para facilitarlo, te aconsejo que hagas una lista detallada de todas las veces que tu ex se portó mal contigo: anota todas sus cualidades negativas, todas sus manías y lo que te resultaba poco grato. Una vez que la hayas terminado, guarda esa lista en tu teléfono para que la utilices cuando sea necesario, ¿cuándo es necesario? ¡Muy fácil! Cuando te venga a la mente un recuerdo bonito de tu ex, entonces tomas tu teléfono, abres la lista y la lees para que tengas claro que por cada memoria linda hay algunas cuantas que tal vez no lo sean.
3. Vuelve a amarte a ti y a quienes te rodean
Si bien una ruptura amorosa implica que una persona se vaya de tu vida, lo cierto es que también ello significa abrir la puerta a reencontrarte contigo mismo o contigo misma. Para lograrlo, date la oportunidad de acercarte con tus amigas y amigos, cuéntales lo que te sucede, escucha sus consejos —que ello no implica que los vayas a seguir al pie de la letra— y permíteles que te acompañen en el duelo que significa la partida de alguien más.
Una ruptura amorosa, más que un proceso emocional, es una pelea y como toda lucha es necesario contar con aliados, pues ello nos ayuda obtener el triunfo. En este caso, tus aliados y aliadas serán —ya lo dije— tus amigas, amigos y familiares. Quién sabe, quizá sea el momento de acudir con un profesional de la salud mental para que te ayude en esta pelea.
Al reencontrarte contigo, tal vez también te reencuentres con aquellas actividades que dejaste de hacer mientras estuviste con tu ex. Con un poco de suerte, incluso descubras que en esas actividades hay una posibilidad de un nuevo negocio, otro espacio laboral o hasta nuevas amistades, de las cuales, cuando menos lo esperes, emergerá un nuevo vínculo amoroso.